En la lucha de los deberes

2019-10-02 14:33:50 by Maripaz Aguilera


 

Recientemente, he tenido la oportunidad de observar de cerca sistemas educativos que difieren en gran medida de los enfoques de enseñanza y aprendizaje generalmente aceptados por los docentes de escuelas internacionales. La discrepancia más obvia es, sin duda, el uso de la indagación como elemento clave de la instrucción.

Más allá de una metodología, la indagación representa una idiosincrasia metodológica que repercute en casi todos los ámbitos educativos tales como la implementación de currículos, el desarrollo profesional, la elección de los recursos pedagógicos, la disposición física de las aulas o el punto de vista sobre los deberes.

 Este último punto me pareció particularmente interesante ya que se considera una práctica habitual para el aprendizaje que los alumnos de primaria y secundaria dediquen entre una y tres horas de su tiempo libre a los deberes. Esta no solo es una práctica aceptada de buen grado por ciertas comunidades escolares, sino que, además, se erige como estandarte de calidad educativa.

 Por este motivo, me puse a indagar -nunca mejor dicho- acerca de los estudios realizados sobre la efectividad de los deberes escolares. Mis lecturas han confirmado la sospecha de ausencia de consenso entre los expertos en la materia. Los que reivindican la ineficacia de los deberes, se respaldan los resultados obtenidos por Finlandia en los últimos informes de Pisa, y a su vez, los que opinan que los deberes son una práctica saludable patrocinan el modelo educativo de Corea, con resultados muy similares en Pisa, pero en el que se dedica una considerable cantidad de tiempo a los deberes escolares. Ambas partes tienen argumentos coherentes, y me gustaría exponer algunas perspectivas que encuentro especialmente interesantes.

A pesar de que las investigaciones científicas no terminan de demostrar la eficacia de la tara en el rendimiento académico, los partidarios de los deberes, liderados por los estudios de Elena Martín, basan sus argumentos en la transmisión de valores tales como el esfuerzo, el establecimiento de una rutina diaria y la autonomía en el aprendizaje. A mi juicio, estos valores son esenciales en el desarrollo del ser humano, y es innegable que la tarea puede ser un valioso aliado para su desarrollo.

 

Por otra parte, está ampliamente comprobado que los deberes son una fuente de estrés y de discusiones familiares[1]. Asimismo, en el estudio de Luís Miguel Lázaro se atisba la preocupación de que los deberes contribuyan a subrayar las ya latentes diferencias entre las clases sociales. Los estudiantes pertenecientes a una clase económica acomodada cuentan con más apoyo en la realización de las tareas, ya sea por parte de tutores privados o por la mayor disponibilidad de los padres.

Por su parte, el estudio llevado a cabo por un grupo de profesores de la escuela pública española[2], pone de manifiesto que no es la realización de la tarea lo que incide positivamente en el rendimiento escolar, sino la motivación con la que los alumnos desempeñan este trabajo. A este mismo propósito se adhiere Jaon Deménch, para quien es esencial que los deberes, además de ser significativos, sean creativos y no se basen en un mero ejercicio de repetición. 

Interesante, asimismo, es el detallado y revelador estudio de Cynthia Martínez y Javier Murillo sobre la enseñanza eficaz[3]. En él, se establece una relación de factores que inciden favorablemente en el rendimiento académico entre los que se encuentran la gestión del tiempo de contacto entre alumnos y profesores, el ambiente de aprendizaje, el enfoque de enseñanza del docente, los deberes, la inclusión y el bienestar emocional, las expectativas y la participación familiar. Como se puede observar, los deberes juegan un rol compartido con los otros factores. Solo la combinación equilibrada de estos garantiza el éxito de la enseñanza.

A mi juicio, un factor clave a tener en consideración y sobre el que no se discurre profusamente en los estudios citados, es la sobre carga de trabajo que, en ocasiones, los deberes suponen para los docentes. En mi reciente experiencia, he podido comprobar cómo numerosos docentes se ven obligados a seguir un sistema impuestos de tareas o políticas escolares para justificar las calificaciones otorgadas a los alumnos.

 Otro aspecto sobresaliente es que la mayoría de estudios que miden la eficacia de los deberes para el rendimiento escolar basan sus investigaciones en los deberes de ciertas asignaturas como lengua, ciencias o matemáticas, alienando por completo las asignaturas humanísticas o artísticas. No logro vislumbrar si esta alienación se debe a que los deberes artísticos o creativos no suponen estrés o esfuerzo para los estudiantes o que, desafortunadamente, no se considera que estas asignaturas sean significativas en la medida del rendimiento escolar.

 En definitiva, queda claro que, ante todo, el equilibrio entre la vida familiar y la vida escolar es relevante para es desarrollo global del ser humano. Por lo tanto, y dada la falta de consenso sobre la efectividad de los deberes, parece razonable que las políticas escolares recapaciten sobre los beneficios pedagógicos de ciertos deberes, y que los docentes se animen a explorar una forma creativa de comprometer a los estudiantes con su propio aprendizaje.

Quizá la clave de esto se halle en la configuración de tareas que tengan como objetivo la aplicación de los conocimientos adquiridos en la vida familiar. Sería interesante medir si el hecho de que un estudiante de primaria ayude a sus padres a preparar la cena (pesando ingredientes, mirando los porcentajes de proteínas de los alimentos, comparando los productos alimenticios de diferentes culturas e incluso intentado recordar el nombre de los ingredientes de la ensalada en una lengua extranjera) y anotando y compartiendo esta experiencia con sus compañeros de clase tiene más efectividad en el aprendizaje que la memorización de las palabras de un dictado.

 

Bibliografía

Joan Doménech, Elogios de la educación lenta (varios extractos), Barcelona, Grao, 2009.

M.L. González, A. Guerra, S. Prato y P. Becerra, “Los deberes escolares en el ámbito de las relaciones familia-escuela”, Scielo, Cienc. Psicol. vol.3 no.2 Montevideo Nov. 2009. http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1688-42212009000200010

 C. Martínez y J. Murillo, “Investigación iberoamericana sobre la enseñanza eficaz”, RMIE, 2016, vol. 21, num. 69, pp. 471-499. http://www.comie.org.mx/documentos/rmie/v21/n069/pdf/69005.pdf

B. Regueiro, N. Suárez, A. Valle, José C. Núñez y P. Rosário, “La motivación e implicación de los deberes escolares”, Revista de Psocodidáctica, 2015, 20 (1), 47-63. https://core.ac.uk/download/pdf/71870586.pdf Fecha de consulta 30/09/2019

 

 

 

 

[1] M.L. González, A. Guerra, S. Prato y P. Becerra, “Los deberes escolares en el ámbito de las relaciones familia-escuela”, Scielo, Cienc. Psicol. vol.3 no.2 Montevideo Nov. 2009. http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1688-42212009000200010

[2] B. Regueiro, N. Suárez, A. Valle, José C. Núñez y P. Rosário, “La motivación e implicación de los deberes escolares”, Revista de Psocodidáctica, 2015, 20 (1), 47-63. https://core.ac.uk/download/pdf/71870586.pdf

Fecha de consulta 30/09/2019

[3] C. Martínez y J. Murillo, “Investigación iberoamericana sobre la enseñanza eficaz”, RMIE, 2016, vol. 21, num. 69, pp. 471-499. http://www.comie.org.mx/documentos/rmie/v21/n069/pdf/69005.pdf